Hoy escribo dos entradas, ¡estoy que lo regalo!. Quiero hablar de mi parto. Quiero escribirlo aquí, porque por mucho que me pese, sé que habrá detalles y cosas insignificantes que se me irán olvidando con el tiempo y no quiero que se me olvide absolutamente nada. Aviso que va a ser un post extremadamente laaaaargo, más bien como recuerdo para mi que como para que aguante leerlo entero nadie.
La verdad es que no tenia ningún miedo al parto. No sé porqué pero no lo temía para nada, estaba deseando ver la carita de mi hijo y el parto me parecía algo secundario, aunque todo el mundo me insistiera en que dolía un montón, que era "horrible", y demás. Mi cuñada tuvo a mi sobrina/ahijada en diciembre, y nació en 5 minutos escasos, sin epidural porque no dió tiempo, y mi cuñada sostiene que le dolió pero lo justo. Llegó al hospital y tuvo a la niña 20 minutos después, casi casi en cinturones. Y yo inocentemente creía que lo mío iba a ser algo así, es más, sonreia con cara de aburrimiento cuando las muchas que coindimos embarazas me hablaban de su terror al parto. Mi máxima era que el dolor duraría unas horas y que ningún parto era eterno.
En las clases de preparación al parto, todo me parecía una tontería. Lo de respirar, sobre todo. De echo dejé de ir porque en mi última etapa me atacó traicioneramente la ciática y eso de estar una hora sentada en una colchoneta respirando no ayudaba mucho.
Me tocaba para el 14 de febrero, pero nada. Pelillos decidió que se estaba muy bien allí dentro. Y yo con mi barrigón kilométrico, no podía dormir, no podía ponerme los calcetines ni calzarme, casi ni los pantalones, siempre tenía un horrible ardor de estómago, una ciática que quería acabar con mi vida... un laaaargo cúmulo de cosas que me hacían desear todavía más que llegara el día. Para colmo en la última semana me salieron estrías. Qué cosa más puñetera, todo el embarazo echando cremas y despues de cumplir dejé de echarlas porque creía que iba a ser en cualquier momento, y van y me salen en la última semana. Estrías que por cierto no se me han quitado y que son muchas, en plena barriga, y muy feas las pobres. Pero era de esperar, soy muy bajita y muy poca cosa (antes del embarazo pesaba 45 kilos y durante el embarazo engordé 20) y no me esperaba menos. Bueno, que me distraigo.
Nos comentaron que era bueno pasar en coche por una zona con baches, y él día 20 por puro aburrimiento nos fuimos a dar una vuelta con el todoterreno de mi padre por el monte, llovía y más baches no pudimos pillar. El caso es que parece que funcionó: ésto fue de domingo, y el lunes nada más acostarme sobre las 11 y media/12 menos cuarto de la noche, me da un dolor increible. Mi pareja salta de la cama cual resorte y me pregunta si estoy de parto. Claro cariño, como ya he dado a luz 54 veces, sé lo que se siente y puedo decirte si estoy o no.
Yo le dije que no. Que eso no podía ser. Porqué había sido demasiado bestia el dolor, y casi todo el mundo coincidió en decirme que las contracciones empiezan flojito, y van subiendo de intensidad. No me dió tiempo a decir eso, y otro dolor bestial. Éste ha durado más. ¡Dios! Empiezo a creer seriamente que viene el niño.
A día de hoy no sé cómo me duché. La bolsa del hospital la tenía preparada desde antes del 14, asique fue ducharme y salir pitando. Ya estaba depilada porque yo con un espejo y paciencia hago maravillas. Me acuerdo que cuando llegué con mis vaqueros, mi camisa nueva de premamá, mis botas por la rodilla, el pelo planchado de esa misma tarde y sombra de ojos, las enfermeras me miraron un poco raro y me dijeron que la gente solía ir en chándal, algunas con las zapatillas puestas. Pero yo antes muerta que sencilla.
Llegamos al hospital, (siempre recordaré que al verme reflejada en un cristal pensé: es la última vez que me veo con la barriga) mi ingreso oficial fue a la 1 de la mañana y yo ya iba fuera de mi totalmente. Aquello era demasiado y yo queria o tener el niño YA, o morirme, o tener el niño YA. Pobre ilusa. Habitación. Allí rompe la bolsa sobre las 4. A esas horas todo el hospital debía de estar despierto escuchandome pegar gritos. Me bajan.
No exagero. Fue realmente demasiado dolor. Contracciones cada minuto y medio aproximadamente y duraban un minuto o más... Un infierno horrible. Mis padres, que llegaron volando al hospital en cuanto el futuro padre los llamó, estaban mudos. Tuve que aguantar hasta las 6 de la mañana que me pusieron la epidural porque no dilataba lo suficiente para ponerla. Luego resultó que ya estaba demasiado dilatada y no podían. ¿QUÉ?. Me dediqué a cagarme en todo lo cagable y a ponerme peligrosamente borde hasta que decidieron ponermela.
La epidural. Tuvieron que traer 3 celadores para sujetarme, porque en las contracciones me encogía y no paraba quieta. Me la pusieron, y crei que iba a descansar. Noté cómo bajaba de intensidad el dolor. Pero no desaparecía, era simplemente un poco más aguantable. Hizo muuy poco efecto, pero lo necesario. Fue ponermela y dilatar todo lo que no había dilatado en toda la noche. Me dejaron sola en una sala con el futuro papi. A todo ésto añado que sudaba a mares, y cuando digo a mares es que tenía el pelo (muy largo) chorreando prácticamente. Adiós pelo liso, hola rizos de toda la vida.
Acaba el efecto de la epidural a los 3 cuartos de hora aproximadamente. Lo sé porque había un reloj en ésa sala. Dios. No podía ser. Cuando noté que aumentaba de nuevo el dolor llamé a gritos pidiendo que me pusieran más. Vino la matrona con cara de "no seas pesada que hace un rato no tenías apenas dilatado" peeeroo... ya estaba suficientemente dilatada, (¡sorpresa!) y sentía ganas de empujar. No hay más epidural, estás ya demasiado dilatada, ya viene el niño y tiene que ser a pelo, me dijeron las enfermeras. Me enfadé hasta llegar al borde del asesinato múltiple, pero de nada sirvió. Al "potro".
Bueno, el expulsivo siempre he leido que es lo más rápido. Y como no me ponían más epidural supuse que ya tenía una pata fuera. Al final resultó que fueron dos "bonitas" horas con los "pelitos fuera" de pelillos (osea, cabeza encajada...ahí justamente) y nada, que no salía. Yo no empujaba ni bien ni con fuerza porque estaba agotada de tantas horas con contracciones, y aquello tenía los pelitos fuera y no salía. Encima no me daban agua. Quería matarlas a todas lentamente. Parecía que me iba a partir por la mitad en cualquier momento.
El papi en un rincón de la estancia con cara de: ésta se ha vuelto loca y nos va a matar en cuánto salga el crío. Le dijo la matrona: ¿quieres ver cómo sale? ven y asómate (estaba a mi lado) y yo giré la cabeza cual niña del exorcista y dije NOOOOOOOOOOOO ARRRGGGGG NOOOOOOO. Futuro papi petrificado. Me estaba viendo reflejada en un cristal que tenía delante, y por más que me habían dicho que era precioso, aquello a mi no me pareció nada precioso. De tanto que sudaba, la vía se me caia sin parar y tuvieron que ponerme esparadrapo desde el codo hasta la mano para sujetarla.
Recuerdo que no quería que nadie me tocara. Ni darme la mano ni nada. Una enfermera me cogió la mano la pobre para ayudarme y yo primero le dije muy tranquila que me soltara. No me soltó y derrepenté ahí estaba yo como una loca gritándole QUE ME SUELTES YAAAARRGSLLSÑÑSKSCLKHÑÑÑ. Anda, que no me aguantaron ni na...
Y los pelitos fuera. Le pregunté a la matrona que de qué color eran. Negros. Vaya, yo creía que iban a ser rubitos como los de papi y mios cuando eramos bebés (ahora se está convirtiendo en un rubiales). No salía. Le dije a la matrona: CÓGELE LOS PELOS Y SÁCALO. Se reía. Yo muy enfadada. ME CAGO EN LA OSTIA, ¿PORQUÉ NO SALE?. Matrona: empuja. Yo: NO PUEDOO, METELO PA DENTRO OTRA VEZ. Risas. Yo muy enfadada. Grito muchísimo cada vez que empujo, me debe de estar oyendo el hospital, el pueblo entero, y parte del que está al lado.
Llega una matrona nueva. Me coge la mano sin miramientos y me dice: en la próxima contracción empuja, porque va a salir. Y yo me reí sarcástica y horriblemente y le dije que no se lo creía ni ella. Me dijo: si sale, me debes una botella de vino del bueno. Contracción horrible. Y... va el "jodio" y sale. Ya en el momento de nacer haciendo a su madre deber botellas de vino del bueno.
Nace pelillos a las 9.12 del 22 de febero. Desaparece todo el dolor. Yo no puedo creermelo. No puede ser. Ese dolor que venía de la mente retorcida del mismísimo satanás es imposible que haya parado así sin más. Pero sí. Alivio de dimensiones bíblicas. Beso del recién estrenado papi y mirada entre los dos de absoluta felicidad, felicitaciones de las dos matronas y enfermera presentes. Pelillos sale muy sucillo asique se lo llevan un segundo a limpiarlo. Lo oigo llorar. Dios. Está llorando. Mi bebé llora. Sensación indescriptible. Vienen hacia mi con él y lo vemos por primera vez. ¡Madre mía si es igualito que su primo mayor! ¡Y tiene la boca de mamá!
Me lo ponen encima. Dios. Es mi bebé. Primera foto a las 9.19.57 (el móvil de papá no puede ser más justo) Y.. me mira.. y... sonrie. La matrona, que estaba observando la tierna escena mientras me masajeaba para que saliera la placenta, me dice: Está sonriendo, ¡es imposible! ¡los recién nacidos no sonríen! Pepa, ven a ver ésto, ¡el niño está sonriendole a la mamá! Llega Pepa alucinada y yo les digo: claro, es que está contento de que por fin estemos juntos. Ojos azulísimos. Cara preciosa con un color increíble, cabeza perfecta despues de aver estado dos hojas con ella encajada. 3 kilos y 48 centímetros de felicidad. Y seguía sonriendome, mirándome fijamente. Tiene las manos suavecísimas. Con muchísima piel. Papi con unas babas hasta el suelo llamándolo porque todavía no se ha dignado a conocer a su papá. Y nada. Me mira a mi. ¡A mi!
Me gustaría decir que lloré como una fuente, pero no fue así. Me bastó con mirarlo y mirarlo y mirarlo. Las lágrimas fueron algo secundario. No me hacían falta. Lloremos el nuevo papi y yo cuando lleguemos a la habitación y nos dejaron solos a los 3 por primera vez. Ahí si que fuimos una fuente doble.
Salió la placenta, que se hizo de rogar como el nene, y eso si que lo vió el papi y se quedó más blanco que el papel. Sólo me pusieron 2 puntos. Me despedí de las matronas y enfermera y a planta. Por cierto, en el parto/hospital perdí la friolera de 11 kilos.
Como ésta entrada se debería llamar la entrada más larga del mundo, otro día contaré nuestra estancia en el hospital, que tuvo sus más y sus (muchos) menos.
En resumen. Fue un parto horrible. Demasiado dolor, demasiadas horas, ninguna tregua, epidural que no hace mucho efecto, y expulsivo a pelo. Pero estoy deseando repetir. Dicen que los segundos partos son mejores ¿no? (optimistas al poderrr)
Al fin y al cabo, ¿qué fueron 9 horas comparadas con traer una vida al mundo?.
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