Estás en casa de tus suegros y a tu adorable retoño, que está aburrido y quiere amenizar el momento, no se le ocurre mejor cosa que vomitarle a tu suegra encima, pero eso sí, diviendo el chorro de grandes dimensiones entre su cara recién maquillada y su vestido nuevo con el que se iba a una cena en 10 minutos. ¿Qué haces tú?
Opción A: Te arrodillas suplicando perdón e intentas limpiar con tu propia lengua el vestido.
Opción B: Le vomitas tu también en la cara y vestido para que iguale.
Opción C: Te entra un maléfico ataque de risa que te impide pedir disculpas y aumenta por momentos cada vez que miras a tu suegra.
Comodín: Cavas un agujero en el suelo y te metes ahí hasta que pase la tormenta.
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