lunes, 12 de diciembre de 2011

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Lo de todos los días.

A una persona le encanta decirme cómo tengo que vestir a mi hijo, cómo tengo que hacerle los purés, que le doy de comer muy rápido, que lo malcrio. Cuando yo le digo que no haga algo como por ejemplo "no le des agua que le dá vómitos", le produce un placer inmenso dárselo en mis narices sin dignarse a contestarme, y cuando dos segundos despues el niño vomita echarme la culpa porque le di la fruta muy rápido. Le encanta decir bien alto cuando más gente hay que lo llevo destapadísimo, cojerlo con un gesto dramático y taparlo como si estuviera desnudo en plena nevada mientras me dice que no tengo verguenza. Y estoy harta.

Mi hijo es mio. Yo no me meto en la vida de nadie. No le digo a nadie nada. No me meto en nada. Y quiero que conmigo se haga lo mismo.


Parece que por ser joven soy gilipollas.

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