lunes, 23 de enero de 2012

Amistades y otras historias

Éste sábado tuve el cumpleaños de mi mejor amigo, que aparte es primo mio. Fuimos a un colegio de monjas, los mismos niños y niñas desde los tres años hasta que fuimos al instituto. Tantos años juntos en los que nos convertimos en una piña, y el último día en las monjas fue un día triste de lloros y promesas de ser amigos todos siempre. Éramos muy drámaticos porque todos vivimos en el mismo pueblo, pero nos depediamos como si nos fueramos cada uno a una parte del mundo.

Las promesas de ser amigos siempre se las llevó el viento, nuestros caminos se separaron, cada cual hizo su vida y como suele pasar, el tiempo se ocupó del resto, y la chica que era tu mejor amiga desde los tres años, la ves ahora y es una desconocida.

Conservo tres amigos verdaderos de esos años. El resto, no me importan demasiado. Sigo teniendo contacto con ellos, los veo por ahi y charlamos por las redes sociales, pero es un trato de conocidos, y en éste pueblo nos conocemos todos. Algunos le compraron un regalito a Pelillos cuando nació, y otros ni me felicitaron por mi embarazo, y son cosas que se tienen en cuenta.

Con mi mejor amigo, del que hablo al principio, seguimos siendo igual que cuando teníamos 12 años y nos cortábamos para juntar la sangre y ser amigos siempre, ritual que habíamos leido en un libro. A su cumple fuimos 9 personas, de esas 9 fui a clase con 4, dos de ellos los otros dos mejores amigos de los que hablé antes también. El resto, en su momento fueron muy amigos, como dos chicas, y al resto los conozco de toda la vida y coincidimos saliendo en el mismo grupo pero jamás hemos sido más que simples conocidos.

Soy la primera de mi grupo (que no de mi generación) que he tenido un bebé y me voy a casar, y eso hace que me sienta un poco rara entre ellos. Somos muy jóvenes y mientras ellos hablan de fiestas, discotecas y ligues, yo tengo en mente pañales, lavadoras y risas de mi bebé.

A veces pienso que me tiré a la piscina demasiado pronto, y me propongo salir más y hacer más cosas. Pero luego, en esos momentos en los que estoy entre mis amigos, me doy cuenta de que ya no me apetece hacer nada de eso, que ya lo hice durante muchos años y estoy cansada de lo mismo, y que ahora sólo quiero seguir con mi vida tranquila al lado de mi pareja y mi bebé. Pero eso no quita que me lo pase estupendamente de la muerte cuando salgo con ellos y vuelvo a tener 15 años.

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