domingo, 13 de noviembre de 2011

Perros y niños

Tengo dos perros en casa. Una mini pinscher, y un crestado chino. Los que entendáis un poco de razas, sabréis que son dos razas muy pequeñas. Los tengo bien educados, nunca hacen sus cosas en casa, no sueltan pelo (el crestado mayormente porque no tiene casi), no huelen, son muy cariñosos, fieles, no ladran y son muy obedientes.

Con pelillos desde el primer día fenomenal. Siempre tuve claro que mi hijo se iba a criar entre perros, como su padre y yo. Tenemos muchos más perros en la casa del monte, pero en casa esos dos. 

Cuando salimos de paseo y voy sola con pelillos, sólo saco a uno. Cuando vamos pelillos papá y yo, sacamos los dos. Y me suele pasar que la gente me pregunta con bastante poca discrección, que cómo puedo tener a ese "pobre niño" entre esos "perros", pronunciada la palabra con un asco sobrehumano. Me contengo y no mando a la señora (son señoras siempre) a la santa mierda.

Mis perros son limpios. Los tengo siempre bañados, y muy aseados. Son perros que en casa no dan prácticamente qué hacer. Se pasan el tiempo dormitando en sus respectivas cestas, o jugando de vez en cuando. Para nosotros forman parte de la familia, y no nos imaginaríamos la vida sin ellos. La perra me la compró mi chico cuando estaba embarazada de muy pocas semanas, para hacerme llevadero el embarazo sabiendo que tenia una cachorrita que educar. El macho ha cumplido 4 años el mes pasado. Y estamos encantados. Simplemente.

Mi hijo se criará entre perros. Le lamerán la cara, las manos, jugarán con él en el barro. Aprenderá a quererlos, a entender que son seres vivos que necesitan cuidados y atenciones.
A veces veo niños persiguiendo a algún perro, tirándole piedras, dándole patadas en la cabeza y la barriga cuando se acerca el pobre a por un mimo. Riéndose sin parar, como si fuera un juego divertidísimo. Volviendo a llamar al perro para se acerque de nuevo, y de nuevo darle. Y me apetece hacerle lo mismo a ellos. Somos una raza egoísta, nos creemos por encima de las demás y con derecho a hacer lo que nos plazca. Y debería darnos verguenza. Me dan verguenza ajena los padres que educan a sus hijos así. Permitiendoles que hagan eso.

Porque, si hacen eso desde tan pequeños, ¿qué no harán cuando sean mayores? ¿qué no harán cuando sigan creyéndose por encima de los demás?.

¿Cuánta maldad puede tener un corazón, para darle una patada en la cabeza a un ser que sólo se te ha acercado para pedirte una caricia, con sus ojos llenos de ternura?

"Si creyera en la inmortalidad, creería que ciertos perros que conozco irán al cielo, Y muy, muy pocas personas. James Thurber"



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