jueves, 2 de febrero de 2012

Parecidos entre nosotros y nuestros hijos

Si hay algo que nos llena de orgullo (y satisfacción) es que nuestros hijos se parezcan a nosotros.

Yo soy de las que pienso que cuando un bebé nace, es complicado sacar un parecido. Están hinchados, quizás deformados por el parto, o simplemente son demasiado pequeñitos para poder sacar un parecido. Porsupuesto hay excepciones, bebés que son clones de su padre/madre desde que nacen.

Pero seamos realistas, hasta que no tienen 6 meses o más, no puedes realmente sacarle un parecido. A lo mejor al nacer te pareció que tenía tu nariz o tu boca, pero con el paso del tiempo ves que tiene la de su padre, su abuelo, su tia segunda, o que su nariz o su boca no se parece a la de ningún familiar.

Por ejemplo, cuando nació Pelillos y lo vimos por primera vez, dijimos al unísono: ¡Es igual que su primo J*!, y ¡Tiene la boca de mamá!.

Nada más lejos de la realidad, a día de hoy, con 11 meses, es un clon de su padre. Es idéntico a él. Salvo por los ojos, que los tiene azules, y vienen de mi parte (de mi abuela paterna). Pero no tiene nada mío. Hay gente que dice que se parece un poco a mi, pero no. La cruel realidad es que mi retoño no ha sacado nada mio.

Debería darle verguenza, ¡yo, que lo llevé 9 meses en mi barriga, pasando un embarazo horrible, un parto de perros! ¡Por lo menos podía haberse dignado a parecerse a mi!

Pero no todo está perdido. En el carácter, somos dos gotitas de agua. Tiene mi genio, mi buen humor, mi sonrisa al despertar, y es tan cariñoso como yo. Incluso mueve los pies para dormirse como lo hago yo. Son pequeños detalles que sólo los padres conocemos, porque, siendo sinceros, no procede que cuando por la calle alguien dice: ¡Es igual que su papá!, yo conteste: Señora, pues mueve los pies para dormirse como yo. No, no procede.
 
Mola mucho que se nos parezcan. Bueno, lo digo bajo la experiencia de papá de Pelillos, que se hincha como un pavo cada vez que alguien se lo dice. Yo me consuelo pensando que cuando sea más mayor la gente diga: Físicamente igual que su padre, pero uy, el carácter... de su madre.

Y para terminar, está mi caso. Yo no me parezco ni a mi padre ni a mi madre. Mi hermana tampoco. ¿Seremos adoptadas? No, las fotos de mi madre embarazada lo desmienten. Bueno, miento, tenemos pinceladas de los dos. Mi hermana ojos claros como mi padre, pelo liso y fino como lo de él... Yo morena como mi madre, ojos oscuros como ella.... Pero eso de: "Tienes las narices de tu padre", nunca lo hemos oido.

2 comentarios:

  1. Enhorabuena por tu blog, lo acabo de descubrir y me parece que tienes entradas muy interesantes, voy a ver si puedo leer unas cuantas más! :-)

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